Cosas que hacer en Santander

Por NuzNut Santander

Visitar Santander es pasear por un lugar donde el mar y la ciudad se mezclan en cada esquina. Aquí no se trata solo de ver los sitios turísticos, sino de vivirlos: sentir la brisa, escuchar a los pescadores, descubrir rincones secretos y probar la gastronomía local. Desde NuzNut Santander, te contamos los lugares que no puedes perderte para conocer la ciudad como un verdadero local.

El Sardinero

El Sardinero es mucho más que la playa más famosa de la ciudad. Es el alma de Santander, el lugar donde todo pasa. Por la mañana temprano encuentras corredores haciendo su rutina diaria y paseantes que aprovechan la tranquilidad para caminar por la arena.

Cuando llega el atardecer, las terrazas se llenan de vida. Los cafés y heladerías rebosan de gente que viene a tomar algo mientras mira el mar. Hay algo especial en sentarse en uno de esos bancos del paseo marítimo y simplemente observar las olas – es una de esas experiencias que se quedan grabadas para siempre.

Casino de Santander

El Casino de Santander te transporta a la belle époque santanderina. Está en los Jardines de Piquío, frente al Sardinero, y su arquitectura modernista llama la atención desde lejos. No hace falta ser jugador para apreciarlo – es pura elegancia arquitectónica.

Los Jardines de Piquío que lo rodean están perfectos para pasear. Tienen bancos con vistas directas al mar y están muy cuidados. Es uno de esos rincones fotogénicos de Santander donde el edificio histórico y el paisaje marino crean una postal perfecta.

Playa del Camello

Si El Sardinero es el corazón público de Santander, la Playa del Camello es su alma más íntima. Esta pequeña cala está algo escondida entre las rocas, lo que la convierte en el refugio perfecto cuando necesitas escapar del bullicio.

Su nombre viene de esa roca tan curiosa que parece un camello descansando junto al agua. No es casualidad que muchos santanderinos vengan aquí cuando quieren desconectar. Puedes tumbarte en la arena, escuchar el sonido del mar y sentir que tienes tu propia playa privada en pleno centro de la ciudad.

Centro Botín

El Centro Botín dividió opiniones cuando lo construyeron, pero hay que reconocer que le ha dado un toque moderno a Santander que le venía bien. Las exposiciones cambian constantemente, así que siempre hay algo nuevo que ver.

Aunque no seas muy de arte contemporáneo, merece la pena subir a la terraza. Las vistas de la bahía desde ahí son espectaculares. Puedes tomarte un café mientras observas toda Santander desde una perspectiva completamente diferente. El edificio parece flotar sobre el agua, y esa imagen se ha convertido ya en icónica de la ciudad moderna.

Mercado de la Esperanza

Si quieres conocer la Santander auténtica, tienes que darte una vuelta por el Mercado de la Esperanza. Aquí es donde compran los santanderinos de verdad, donde los pescaderos te cuentan de qué barco viene cada pescado y los verduleros conocen la procedencia de cada tomate.

Los sábados por la mañana el ambiente es especial. Hay ese bullicio típico de los mercados tradicionales: abuelas que regatean con cariño, comerciantes que pregonan sus ofertas, el olor a pescado fresco mezclado con el de verduras de temporada. Es una experiencia que conecta directamente con la vida cotidiana de la ciudad.

Catedral de Santander

La Catedral de Santander guarda secretos bajo tierra que la mayoría de visitantes no conocen. La cripta conserva restos romanos y medievales que cuentan una historia mucho más antigua de lo que se ve en superficie.

Los Santos Mártires Emeterio y Celedonio, patronos de la ciudad, están enterrados aquí. Durante las fiestas de julio los santanderinos vienen en procesión – es bonito ver cómo se mantienen vivas estas tradiciones que conectan el pasado con el presente.

Biblioteca Menéndez Pelayo

Marcelino Menéndez Pelayo era de Santander, y su biblioteca conserva intacto el despacho donde trabajaba este erudito que llegó a ser una figura clave de las letras españolas. Ver sus libros exactamente como él los dejó, con sus anotaciones y marcas, impresiona.

La colección que reunió durante su vida es impresionante: libros únicos, manuscritos, cartas de intelectuales de toda Europa. Para los que disfrutamos leyendo, es como entrar en la mente de alguien que dedicó su vida completa al conocimiento.

Palacio de La Magdalena

El Palacio de La Magdalena impone, pero lo que realmente enamora son los jardines y senderos que lo rodean. Puedes subir por los caminos de la península y en cada curva tienes una vista diferente de la bahía. Es como un mirador natural gigante donde cada rincón merece una foto.

El palacio tiene historia – fue residencia de verano de los reyes – pero para mí lo especial está en caminar por esos jardines sintiendo la brisa marina. Hay bancos estratégicamente colocados donde puedes sentarte a contemplar el mar. En verano organizan conciertos al aire libre que son mágicos con el Cantábrico de fondo.

Parque Marino de la Magdalena

El Parque Marino es la excusa perfecta para acercarse a la península de la Magdalena cuando vienes con niños, aunque también funciona genial para adultos. Ver las focas nadando y jugando nunca cansa, y los pingüinos tienen una gracia especial que arranca sonrisas a cualquiera.

Lo que más me gusta es que no es solo un espectáculo. Aquí aprenden sobre conservación marina, sobre las especies que viven en nuestras costas, sobre por qué es importante cuidar el Cantábrico. Los senderos que rodean el parque conectan con toda la península, así que puedes hacer una ruta completa combinando naturaleza y vistas espectaculares.

Museo Marítimo del Cantábrico

El Museo Marítimo del Cantábrico podría sonar a plan de día lluvioso, pero es mucho más interesante de lo que imaginas. No es solo una colección de barcos viejos – aquí cuentan historias reales de pescadores que salían durante semanas a faenas en alta mar, comerciantes que convirtieron Santander en puerto importante, familias enteras que vivían del océano.

Cada sala tiene su propio carácter. Los niños flipan con el esqueleto de ballena gigante, mientras que los adultos se quedan enganchados leyendo sobre naufragios históricos y técnicas de pesca tradicionales. Es uno de esos lugares donde grandes y pequeños encuentran algo que les llame la atención.

Playa de Mataleñas

La Playa de Mataleñas es diferente a cualquier otra playa de Santander. Aquí la naturaleza manda: acantilados imponentes, senderos que serpentean entre helechos, y esa sensación de estar en un lugar salvaje aunque estés a pocos minutos del centro.

Los senderos verdes son perfectos para perderse un rato. Muchos locales vienen aquí a hacer running aprovechando las vistas al Cantábrico, y las familias encuentran rincones perfectos para que los niños exploren pozas naturales y cuevas pequeñas. Es el tipo de lugar que te recuerda por qué Cantabria tiene esa fama de región verde y natural.

Festivales que marcan el calendario santanderino

Santander en verano cambia de personalidad. El Festival Internacional convierte la ciudad en capital de la música clásica, con conciertos en el Palacio de Festivales y actuaciones al aire libre que puedes disfrutar gratis paseando por el centro.

La Semana Grande transforma completamente el ambiente urbano. Durante esos días toda la ciudad se convierte en una gran fiesta: conciertos, casetas, actividades para todos los públicos. Es cuando mejor se ve el carácter festivo de los santanderinos, esa capacidad para disfrutar que caracteriza a la gente del norte.

Rincones adicionales que no puedes perderte

Recorrer la Península de La Magdalena a pie o en bici te descubre rincones que no aparecen en las guías turísticas. Hay senderos que bajan a calas pequeñas, miradores escondidos entre pinos, bancos colocados en sitios estratégicos para contemplar atardeceres únicos.

Los barrios más tranquilos de Santander también merecen una visita pausada. Esas calles donde las fachadas antiguas y los detalles arquitectónicos cotidianos cuentan la historia real de cómo ha vivido la gente aquí durante generaciones. A veces las mejores experiencias están en simplemente caminar sin prisa y fijarse en los pequeños detalles que hacen especial a cada ciudad.

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